Se cuestiona el modelo de desarrollo capitalista moderno, sutil pero agresivo, basado en la competencia, el avasallamiento de los mercados, el consumismo enfermizo en que no importa el ser humano, su felicidad, su bienestar básico, sino la posibilidad de ganancia, de atesoramiento de riquezas.
La humanidad ha creado una cultura que niega la supervivencia como especie, ha generado enormes brechas sociales entre los países pobres y los países ricos, entre las clases empobrecidas y la opulencia de los magnates. Se ha distorsionado el concepto de calidad de vida.Los retos entonces en la sociedad global del siglo 21 tienen que ver con la globalización de un modelo de desarrollo basado en la solidaridad, en la cooperación, en lo no desechable y más bien en lo durable, en la calidad de lo humano y en la calidad de los bienes materiales básicos para vivir dignamente, en donde la felicidad del hombre y la mujer sea la razón de ser de la existencia efímera sobre el planeta. No al confort que destruye la dignidad del ser, si al bienestar digno, en armonía con el entorno natural, cultural y social. Por ello el problema de los impactos ambientales negativos sobre la Tierra deben resolverse mediante profundas y audaces medidas de tipo político, que tengan una consecuencia en la educación, en las costumbres cotidianas de la gente y en el compromiso de cuidar este maravilloso vividero que es nuestra Tierra.
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